jueves, 8 de septiembre de 2011

TEATRO CONTEMPORANEO



Características del teatro contemporaneo:
  1.  Presenta como normales, situaciones imposibles y sorprendentes.
  2.  Su lenguaje es original.
  3.  Son obras para las clases acomodadas.
  4.  No plantean problemas, son para entretener.
  5.  Algunas llevan una suave crítica para enseñar algo.
  6.  Presenta escenas de la vida cotidiana.
  7.  Se critica y analiza la sociedad de la época: injusticias, política...
  8.  Su estilo es sobrio y sencillo y tiene gran fuerza expresiva.
  9.  Aborda todo tipo de temas: sociales, familiares, políticos, históricos.

EXPONENTES DEL TEATRO CONTEMPORANEO:

Todos ellos buscan la recuperación y renovación de la práctica del teatro físico, que sólo en la segunda y tercera década del siglo XX vuelve progresivamente a salir a la luz, luego de cinco siglos de casi total omisión.

OBRAS

1
Contratiempo antes de la boda (Miguel Mihura)
A continuación puedes leer un fragmento de Tres sombreros de copa, perteneciente al final de la obra. La acción de la obra ocurre en una habitación de un hotel de provincias, en donde Dionisio, el protagonista, pasa su última noche de soltero. Se va a casar al día siguiente con una muchacha perteneciente a una familia tradicional de provincias. En el mismo hotel se hospeda una compañía de artistas de variedades. Dionisio se enamora de una bailarina encantadora e inocente llamada Paula. Juntos sueñan emocionantes y poéticas aventuras imposibles por la boda del día siguiente.
Se pone al descubierto la rigidez la falsedad y el absurdo de los convencionalismos que rigen la sociedad. Paula y Dionisio piensan que pueden ser felices juntos; pero el orden establecido es más fuerte que su amor y sus sueños y vuelven a la rutina de una vida que no les gusta nada.
DIONISIO.- (La besa nuevamente.) ¡Paula! ¡Yo no me quiero casar! ¡Es una tontería! ¡Ya nunca sería feliz! Unas horas solamente todo me lo han cambiado... Pensé salir de aquí hacia el camino de la felicidad y voy a salir hacia el camino de la ñoñería y de la hiperclorhidria...
PAULA.- ¿Qué es la hiperclorhidria?
DIONISIO.- No sé, pero debe de ser algo imponente... ¡Vamos a marcharnos juntos...! ¡Dime que me quieres, Paula!
PAULA.- ¡Déjame dormir ahora! ¡Estamos tan bien así...!
(Pausa. Los dos, con las cabezas juntas, tienen cerrados los ojos. Cada vez hay más luz en el balcón. De pronto se oye el ruido de una trompeta que toca a diana y que va acercándose más cada vez. Luego se oyen unos golpes en la puerta del foro.)
DON ROSARIO.- (Dentro) ¡Son las siete, don Dionisio! ¡Ya es hora de que se arregle! ¡El coche no tardará! ¡Son las siete, don Dionisio!
(Él queda desconcertado. Hay un silencio y ella bosteza y dice.)
PAULA.- Son ya las siete, Dionisio. Ya te tienes que vestir.
DIONISIO.- No.
PAULA.- (Levantándose y tirando la manta al suelo.) ¡Vamos! ¿Es que eres tonto? ¡Ya es hora de que te marches...!
DIONISIO.- No quiero. Estoy muy ocupado ahora...
PAULA.- (Haciendo lo que dice.) Yo te prepararé todo... Verás... El agua... Toallas... Anda. ¡A lavarte, Dionisio...!
DIONISIO.- Me voy a constipar. Tengo muchísimo frío...

2

Eloísa está debajo de un almendro (Enrique Jardiel Poncela)
La acción se desarrolla en casa de Mariana. Micaela, su tía, que ha anunciado la presencia de ladrones esa noche, hace su ronda por el jardín acompañada de dos perros. Se oye un alboroto que sorprende a Leoncio, Fernando y Fermín que están en una sala de la casa. Se oyen unas voces que provienen de detrás del escenario.
CLOTILDE.- (Dentro.) ¡Sujetad los perros!
LUISA.- (Dentro.) ¡Ya están!
MICAELA.- (Dentro.) ¡Yo siempre sé lo que me digo!
CLOTILDE.- (Dentrro.) Y ayudadme...
PRÁXEDES.- (Dentro.) ¿No le basto yo? ¡Ah! Bueno, por eso...
MICAELA.- (Dentro.) ¡Yo siempre tengo razón! ¡Yo siempre tengo razón!
CLOTILDE.- (Dentro.) ¡Calla Micaela!
MICAELA.- (Dentro.) ¡No quiero! ¡No quiero callar! (La primera que surge es Micaela, que viene en tal actitud de desvarío, que ni ve por dónde anda, ni a los que están en la escena.) ¡Todos habláis de mí como de una loca, como si yo no supiera lo que me digo! ¡Y sé lo que me digo! Ya lo estáis viendo. El lunes anuncié ladrones para hoy, ¡y ahí lo tenéis! ¡Ya ha caído uno!
(Mientras tanto, por la escalera, ha entrado y avanza entre los muebles un grupo formado por Clotilde, que viste un traje de calle muy sencillo; Práxedes y Luisa [...], trayendo en medio a Ezequiel, el cual viene muy pálido [...].)
FERNANDO.- (Asombrado.) ¡Tío Ezequiel!
FERMÍN.- ¡El señor Ojeda!
MICAELA.- (Yendo de un lado a otro.) ¡Ya ha caído uno! ¡Ya ha caído uno!
CLOTILDE.- ¡Calla, Micaela, calla! (A Luisa.) Tú, trae árnica y algodón, que el señor debe de tener mordeduras.
LUISA.- Sí, señora. (Se va por la escalera.)
EZEQUIEL.- ¡Y agua!...
CLOTILDE.- ¡Y agua! ¡Un vaso de agua para el susto!
PRÁXEDES.- Agua aquí hay. ¿Qué dice? ¿Qué no? ¡Ah! Bueno, por eso... (Le sirve un vaso de agua a Ezequiel.)
EZEQUIEL.- Yo debo de estar malísimo, porque veo la habitación llena de muebles.
FERNANDO.- Y lo está realmente, tío Ezequiel.
EZEQUIEL.- ¡Vaya! Menos mal. Eso me tranquiliza.
CLOTILDE.- ¡Qué cosa tan desagradable, Dios mío! Tiene usted mordeduras, ¿verdad?
EZEQUIEL.- Sí, tengo de todo.
CLOTILDE.- ¡Claro! Si Micaela le echó encima a "Caín" y "Abel".
FERNANDO.- ¿Te han mordido los perros, tío?
EZEQUIEL.- ¿Los perros? No. Aquella señora. (Señala a Micaela.) Los perros no hacían más que ladrar, los animalitos. Pero aquella señora... Sujetadla bien, que no vuelva.
CLOTILDE.- No tenga cuidado, que estoy yo aquí.
EZEQUIEL.- También estaba usted antes... ¡y ya ha visto!
FERMÍN.- No tema señor. Ahora la vigilo yo.
FERNANDO.- Pero, ¿cómo ha podido ocurrir? Yo te hacía en el cine...
EZEQUIEL.- Me marché aburrido, y me dio la idea de venir a buscarte...
FERNANDO.- ¿A buscarme? ¿Y para qué tenías que venir a buscarme?
EZEQUIEL.- Te habías ido del cine tan excitado... Y por si tenías algún otro disgusto con Mariana, para consolarte y hacerte compañía.
FERNANDO.- ¡Ah! Sí, sí...
EZEQUIEL.- Llegué; iba a llamar cuando vi que se habían dejado la verja abierta, y entonces entre...
CLOTILDE.- Yo, yo... Yo, que... había bajado... porque me dolía mucho la cabeza..., pues le encontré de manos a boca.
EZEQUIEL.- Y estábamos hablando cuando surgió esa señora con los dos hijos de Adán. Se me echaron los tres encima, y...
CLOTILDE.- Es Micaela, la hermana de Edgardo.
FERNANDO.- La que no sale de su cuarto por el día.
EZEQUIEL.- Y la que colecciona búhos.
FERNANDO.- ¡Pobre señora! Voy a saludarla.
EZEQUIEL.- Ten cuidado, que muerde.

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